Existen ruegos en mi agonía, súplicas y plegarias, gritos desesperados, dirigidos al cielo y al infierno.
Existen pesadillas y sueños de tus besos y su veneno, de tus ojos y su reflejo más catatónicos que un espejo, de pies y cuerpo completo me consumes el ser. No habita pues, entre mis memorias esperanza, porque me matas la fe.
Existe en mi mente caos, medicina purganteme pide a gritos la conciencia, pues son repugnantes las mentiras de tu voz.
Los confines del infierno son abismos de traición, y ahora que la ansiedad me consume las venas, y el miedo me pide refugiarme siento la necesidad de entre lágrimas y gritos salir de la habitación. Hay un peso en mi pecho que me hace temblar, no existe claustrofobia, pero me quedo sin respirar.
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