Amarte dolía, dolía tanto que se sentía eterno y no era más que un suspiro, un suspiro del alma en busca de un beso perdido.
Mi cama ahora está vacía, a mis pies se
enredan las sábanas y mis brazos buscan de ti, abrazando tu ausencia, lo único tuyo que se mantiene en mí.
Le he llorado mucho al cielo entre la soledad oscura de mi habitación, aquel pequeño refugio donde solo nos podíamos amar los dos.
He intentado olvidar, pero parece imposible, pues en cada cigarrillo vuelves y aunque en humo y ceniza te vuelvas, el fuego te enciende.
Tampoco existe alcohol que pueda apagarte, pues en mis labios el sabor de tus besos guardo y ardes en mí como la primera vez.
Ven ahora y dime algo, que entre miles de bocetos guardo lo que nunca podré decir.
Y si un día en un lejano tiempo, tu rostro y mi dolor se vuelven exposición quizá sea demasiado tarde, pues el arte de tu desastre me lleva a tratar de olvidarte.
Amarte duele y no es la inspiración que quiero en mí.