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  • Foto del escritorAshley Morales

Recuerdos entre la niebla

Actualizado: 30 jul 2020

Si lees esto estoy muerto

Le pedí a John que publicará mis últimos pensamientos. Aún a pesar de haberle prometido no escribirte nada en un día como estos, pero me conoce y tú también lo haces, saben que me es imposible.

El caos en mi mente no se calma, pero ahora estoy muerto. Seguro que no existe más caos en mí.

Querida ¿qué tal el de fuera?


Quizá que ya no esté más no resulte algo difícil de creer, quizá te sorprenda un poco tener que leer esta carta extraña, pero debes hacerlo.

Me decidí a romper con mi promesa por ti, como siempre. Sabes que mi vida fue vida hasta que te ame y ni la muerte será un impedimento para demostrarlo o dejar de hacerlo.

Sé que de seguro no dejaras que la pena te consuma, no te dejaras consolar, también estoy seguro que no harás nada de lo que debes hacer y todo porque ya no estoy, ¿sientes que la vida terminó? Pues no. Esta carta es un cupón para otros 5 minutos más, acéptalos.

Si aceptas vivir unos minutos más me dejaras consolarte y leerás esto, y si lees esto quiero que sepas que sigo aquí, que estoy contigo. Te pido que festejes tu vida sin mí, que no deja más que un vacío reemplazable.

No extrañes la manera pausada y confusa de mi escritura, nunca te gustó que fuera tan desquiciado e incorrecto en ella. Hasta mi último respiro trate de cambiarla, pero fue imposible.

Te contaré una última historia, será breve y después de ella ya no habrá nada más que dolor y un par de lágrimas para limpiar.

Comienza con la muerte, porque el primer suspiro de esta vida nos asegura el último. Responde por mí ¿cuándo dejas de vivir?

Yue murió joven y en los siguientes años se esforzaba todos los días. Trataba de tranquilizarse y cada día que dormía lo sentía como un logro.

Se mantenía, era la única manera que tenía de continuar.

Su estancia en el mundo fue trágica, se desvanecieron todos sus recuerdos y sus pensamientos dejaron de existir, como si su memoria se hubiera detenido.

Debes saber que Yue y yo éramos muy cercanos. Me fue imposible asimilar que ella estuviera queriendo escapar de mí como si fuera un fantasma, como si en su memoria no existiera el más recóndito recuerdo de mis brazos sobre ella, las risas y susurros, los besos y gritos...

En las noches Yue lloraba, su mente no me recordaba, pero su corazón no me olvidaba. Le hacía daño y me hacía daño. Así que me aleje, no lo suficiente para dejar de sufrir por ella, pero si lo suficiente para que ella dejara de hacerlo por mí.

La veía colocar papeles en su vida para recordar, para no olvidar y ninguno llevaba mi nombre, dejé de existir. Su mente me mató mucho antes de poder morir.

A veces me daba pena la situación, pensaba en lo que habíamos sido y lo que pudiéramos haber llegado a ser. Pero nada de eso era real y nunca se acercaría siquiera.

¿Destino o suerte? ¿Por qué nos tocó vivir esto?

Cada día era diferente y con ello yo lo era también. Viajábamos, siempre tuve miedo de que el viaje terminará, pero ahora se que seguirá igual que al principio, sin mí.

No voy a mentir, lloraba de desesperación, quería que sus brazos volverán a abrazarme y que de sus labios volvería a salir un "te amo" mientras que sus ojos me miraban.

Quería que me reconocería, que sonriera por una vez, en uno de esos encuentros planeados por mí para verla.

Quería saber que existía aún. Quería saber que vivía para ti.

John me pedía casi todos los días que te olvidará, que iniciará una vida sin ti. No lo vayas a odiar, es muy estúpido. Mi vida eres tú, nunca lo entenderá...


Querida Yue, si hoy despiertas con recuerdos de mí, gracias por leerme. Debes de saber que hasta mi último respiro y mi última lagrima te pertenecen.

Perdón por decirte de esta manera tan trágica y amarga que he muerto, pero necesitaba escribirte, sabía que me recordarías un día. Necesitabas saber que existió alguien que te amo con toda su vida y toda su vida.

Que le volvía loco la manera en que te veías de perfil y que aun desorientada siempre parecías la mujer más hermosa y maravillosa de la tierra.

Deja que las lágrimas te consuman, estoy aquí para ti.

Quizá en unos segundos olvides todo, lo más seguro es que vuelva a desaparecer para ti, pero cuando vuelva otra vez y quieras saber de mí, no me leas...

>Te amo.

Mi último aliento será siempre tuyo.


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