Detestable muerte, odiosa y detestable muerte. Tú que amenazas con todo lo que he aprendido a querer, ya quiero dejar de pelear. Hoy «La chica de la catástrofe preciosa» dejó de temblar. No sonrío mientras dejaba de hacerlo. No lo disfruto...
Temblor de sus manos, y le falló el pulso. Tembló en tus palabras, que con ansiedad se volvían insultos. Tembló en lunes, en miércoles, pero no en domingo
. Se pequeño lapso de tiempo en este plano existencial término, era lo único que tenía y ya no está.
La vida después de ella es una carrera contra reloj hacia la muerte.
Chica, tiémblame. Llévate mi alma y no la me devuelvas. Tiémblame en las horas inadecuadas, en los lapsos reservados. Sacúdeme con el pasado y procura hacerlo en el futuro.
Ya soy adicta al café, igual que tú.
Ahí estás. Tu fantasma me ha llevado hasta donde tus capacidades pueden. Escapó con las pocas ganas que me quedan de vivir a malgastar mi tiempo esperando que se consuma otro día en el que no estás. Y vuelvo en la noche a enfrentarme con insomnio que normalmente puede más que mis ganas dormir y estás.
Seguramente está lloviendo en tu cuerpo y el frío te rasga los sentimientos, me pregunto... ¿los traumas hacían de tus días ruinas? ¿el pasado te ladraba en la oreja hasta hacerte perder la calma? ¿es la razón por la cual tu energía se evaporaba en el éter con tu sonrisa?
Antes te faltaba más aire que ahora ¿verdad? seguiste avanzando aunque te ardían las heridas, pero aun así, lanzando raíces moriste triste ¿qué sentiste mientras te ibas? ¿estás en un lugar extraño?
Los luteranos no creen en la vida después de la muerte. Para ellos la esperanza de la vida más allá, la resurrección o una segunda vida como ganso es una fábula. Para mí hoy, una tortura pues la tristeza se empeña en ahondar tu ausencia con tus recuerdos y cada mañana me encuentro calculando el tiempo exacto para no encontrarme contigo por si existes en alguien más.
Escribo esto con un nudo en la garganta, no de esos que dan ganas de llorar, sino de aquellos otros que dan gana de morirse.
Ahora ya no puedo dejar de pensar en la muerte.
No sé si quererte es lo que hago.
Creo que la vida debió ser más, más que café y cigarros, más que la página siguiente de tu libro favorito.
La única manera de sobrevivir después de esto es tener miedo todo el tiempo. Miedo del aire, miedo de mí, miedo de divertirme.
La muerte siempre está detrás de ti a cada paso que das y por eso, después de ti concebí mi valor a la muerte, abracé a la esperanza con mí vida.
Elegí mirarte antes que verte.